Un globo aerostático funciona según el principio de flotabilidad. Consiste en un gran globo, conocido como sobre, lleno de aire caliente. El sobre generalmente está hecho de materiales livianos y resistentes al calor, como nailon o poliéster. El globo está unido a una cesta o góndola, en la que se paran los pasajeros y el piloto.
El proceso comienza calentando el aire del interior de la envolvente mediante quemadores alimentados con gas licuado de petróleo. Los quemadores generan una llama que calienta el aire, haciendo que se expanda y se vuelva menos denso que el aire circundante. Como resultado, el globo se vuelve flotante y comienza a elevarse.
El globo se mueve con el viento, ya que no hay forma de dirigirlo directamente. Sin embargo, nuestros pilotos pueden controlar el ascenso y descenso del globo ajustando el calor dentro de la envolvente. Al agregar más calor, el aire dentro de la envoltura se vuelve más caliente y proporciona más sustentación, lo que hace que el globo se eleve. Por el contrario, al reducir el calor, el aire dentro de la envoltura se enfría, se vuelve más denso y hace que el globo descienda.
Para aterrizar el globo, el piloto disminuye gradualmente el calor y permite que el aire dentro de la envoltura se enfríe, ralentizando el ascenso. El piloto busca un lugar de aterrizaje adecuado y, con la ayuda del personal de tierra, guía el globo hacia el suelo liberando parte del aire caliente de la envoltura.
Los principios básicos detrás de un globo aerostático son simples pero efectivos. Al controlar la temperatura del aire dentro de la envoltura, el piloto puede controlar la altitud del globo y navegar por los cielos. Es una forma única y serena de experimentar el vuelo y disfrutar de impresionantes vistas desde arriba.